Al margen de lo que diga Ferran Adrià, de que la barra sea un espectáculo para los sentidos, de que los cocineros parezcan orfebres más que profesionales de la restauración y de que aquella noche diera de sí la mejor de las anécdotas en mucho tiempo, háganse un favor y si van, están, viven, o visitan Barcelona, no dejen de acudir a este restaurante.
*Y más gracias a Iván y Clara. Y Pablo, Ana, Paula, Francesca, Paola, Dani, Ulises y, cómo no, Makoto.
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