viernes, 16 de octubre de 2009

Primera lección


Mi abuela, que además de ser el amor personificado (algo que no tiene nada que ver con esto pero lo digo porque me da la gana) no deja que sus 81 años puedan con ella. No, señor. Además de bailar sobre sus tacones (por supuesto), todos los fines de semana, y de ser una alumna aventajada en su grupo de yoga, ha comenzado a asistir a clases de memoria. Hoy, después de comer, me ha recitado el primer "poema" que ha aprendido (después de recordar su D.N.I., su número de la Seguridad Social y su código postal).

A nadie le faltan
fuerzas.
Lo que a muchísimos les falta es
voluntad.

"Victor Hugo", ha sentenciado.

Ya sé por qué fue esta mujer quién me enseñó a montar en bicicleta.

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